La joven Lara Diloy es una de las pocas directoras de orquesta españolas del circuito actual y posee un amplio conocimiento del repertorio sinfónico y operístico como quedó bien demostrado en esta representación. Siempre pendiente de los cantantes, supo imprimir a la orquesta el brío y la chispa que caracteriza esta obra. Se pudieron apreciar los delicados matices en la orquestación de una partitura de inspiración clásica, como lo es esta. Diloy demostró al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, esa seguridad que solo es fruto del trabajo y el talento.
La joven Lara Diloy se puso al frente de la orquesta de cuerdas que destinó Penella para esta partitura logrando que las notas del músico valenciano sonasen desde el mismo preludio orquestal con todo su encanto y evanescencia, pues, junto al arpa de Laura Hernández, las diferentes secciones brillaron tersas con una cuerda grave de gran hondura. Un aseado trabajo al servicio de las voces en lo que ha sido una oportunidad, como la de Irene Palazón, enormemente aprovechada.